La M-30 o el urbanismo “sin complejos”
Javier Alau
1.- Los antecedentes: obras, más obras
Álvarez del Manzano – en el transcurso de su dilatado mandato – ya había redactado y aprobado el Plan General de Ordenación Urbana, ejecutado las obras de la Plaza de Oriente, acometido los concursos y proyectos del eje Prado-Recoletos, Operación Chamartín, Torres de la Ciudad Deportiva, diseñado (?) el Madrid olímpico y colmatado el suelo urbano en el ámbito municipal a través de los PAU’s. Poco quedaba, así, de los espacios “estructurantes madrileños” sin comprometer si se exceptúa el deteriorado curso del Manzanares convertido por arte de las últimas elecciones municipales en el auténtico “proyecto estrella” de los equipos contendientes.
2.- La actualidad: deprisa, más deprisa
Ha transcurrido ya un año desde la toma de posesión del actual equipo Popular y apenas se ha notado el desembarco: las aparentes mejoras en el tráfico y aparcamiento en el centro (fruto, por cierto, de la instalación de la red de parquímetros de pago emprendida por el anterior equipo), la estrambótica decisión de trasladar el despacho presidencial al Palacio de Correos y Telecomunicaciones, el contestado proyecto de reforma del Rastro y la obtención de la cesión de la M-30 por parte del Ministerio de Fomento …. constituyen los escasos frutos percibibles por la ciudadanía que quizá expliquen – aunque solo en parte – las desmesuradas prisas por acometer una reforma de la M-30 sin apenas estudios técnicos de apoyo (tráfico, contaminación, hidrología, yacimientos arqueológicos, ….), con premeditada ocultación de los proyectos encargados, con patente rechazo a la participación de la oposición municipal y la sociedad civil madrileña (instituciones, asociaciones vecinales, colegios profesionales, ….) y sin la búsqueda de un consenso harto necesario en una obra de tan enorme importancia para el presente y el futuro de Madrid y de los madrileños.
Prisas que, además, explican esperpentos intelectuales tales como considerar la M-30 como calle urbana en contradicción con los propios objetivos de la cesión ministerial y – lo que es más significativo – con cualquier lógica o sentido común, a fin de a evitar el precepto legal de elaborar un estudio de impacto ambiental que al día de hoy retrasaría el comienzo – y final – de la ejecución de las obras. Lástima (?) para nuestro alcalde – que el reciente cambio de signo político en la dirección de la Confederación Hidrográfica del Tajo y el “abrazo del oso” de su correligionaria presidenta de la CAM no contribuyan precisamente a solucionar dicho empeño.
Prisas, por último, que razonadas desde el compromiso electoral de ejecutar en la primera legislatura las obras se contradicen con los comportamientos democráticos de transparencia y participación que, queremos suponer, se encuentran, asimismo, recogidos en el programa electoral del señor alcalde.
3.- El objetivo: coches, más coches
Pero en el proyecto de D. Alberto para la M-30 lo que en el fondo se plantea – al margen de la soterración o enterramiento de la misma en el curso del Manzanares que más adelante comentaremos – es la continuidad de un modelo de ciudad ya periclitado tendente a perpetuar la tiranía automovilística, a introducir más vehículos donde ya no caben, a enterrarlos en el subsuelo como si su ocultación a la vista supusiera su no existencia…. y a aplazar el previsible colapso circulatorio provocado por los crecimientos residenciales y terciarios del norte y la periferia oeste que el modelo urbano popular ha puesto en marcha en una ciudad cuya capacidad automovilística ya agotada camina – la ampliación supondría como consecuencia del efecto “llamada” un incremento de vehículos cercano al 25% en la M-30 – esta vez si deprisa, deprisa hacia la inmovilidad más absoluta. Un modelo urbano a la americana que desde 1995 ha triplicado (de 500 a 1500) la red de autopistas-autovías en el ámbito de la CAM, cada vez más alejado de los imperantes en la vieja Europa – léase peaje londinense por ejemplo – un modelo, en suma, “sin complejos” Las “mejoras” en la M-30 consistentes en rediseñar las conexiones con el viario de la almendra y habilitar sendos by-pass en las zonas norte y sur de la ciudad respectivamente entendidas como ampliaciones de los tentáculos de acuerdos en los nudos del viario y el enterramiento de desarrollos continuos de hasta siete kilómetros (¡Alqaeda nos coja confesados!) no constituyen sino costosísimos parches para el beneficio de determinados grupos económicos que, cada vez más dependientes del creciente mantenimiento de este insostenible modelo urbano se alimentan vorazmente del mismo y que – quizás – alentaron o estuvieron tras el último “coup d’etat” electoral autonómico.
El alcalde presenta la operación – que afecta en su desarrollo al conjunto de la metrópoli – como una deuda con el sur de la ciudad, como una operación tendente a reequilibrar las actuaciones urbanas hasta hoy preferentemente localizadas en el norte de la ciudad. Cabe la duda de que el mantenimiento del impacto del puente en superficie de Vallecas, la prolongación –porque ahora termina “no se sabe como” – de Embajadores y la ampliación del nudo Sur contribuyan a cualquier tipo de reequilibrio pero de lo que, sin embargo, si cabe la sospecha razonable es de que el mediodía madrileño no prefiriera comenzar con reequilibrios aun pendientes de carácter dotacional, de equipamiento urbano, de aumento de un parque de viviendas asequible para una población más joven y de más bajo poder adquisitivo que la del norte de la ciudad, y que una vez logrado estos – o incluso en paralelo – se acometiera el más modesto empeño de mejorar el por todos reconocidos deteriorado cauce del Manzanares, a través de una actuación tendente a convertirlo en un eje ajardinado libre del intenso tráfico actual, en un espacio de conexión entre los tejidos urbanos de sus bordes aún a costa -¿por qué no? – de la soterración del tráfico rodado y no en el guiño amable de una operación mas procelosa, en la anécdota a decorar en su superficie por sensibles, modernos e internacionales equipos de arquitectos siempre dispuestos – de la mano de su propio colegio profesional – a recoger las migajas del banal ejercicio compositivo de una alfombra y a asegurar desde la ausencia de cualquier compromiso ético, el mero resultado estético abdicando de sus recientes logros históricos y contribuyendo a afianzar el ya previsible futuro profesional de meros decoradores de ocasionales despropósitos.
Álvarez del Manzano – otros vendrán que bueno te harán – convocó un primer concurso “tunelado” y para el paseo del Prado y apenas se presentaron equipos profesionales competentes viéndose obligado a convocar un segundo concurso totalmente abierto en el que – ya si – los equipos profesionales pudieron proponer con libertad y criterio sus propios enfoques, acentos y alternativas …… y el anterior alcalde pudo inaugurar una magna exposición y hermosísima maqueta que fue visitada y al parecer aprobada por numerosos madrileños ….. pero a veces con esto no basta y el Sr. Manzano fue defenestrado por otro correligionario suyo de mayor fuste político y mediático. D. Alberto ha aprendido la lección y quizás piense que una maqueta – aun consensuada y resultado de un proceso de diseño participativo y riguroso –no es suficiente y que hay que inaugurar al menos algunas cuantas “traviesas” aunque según parece ni tan siquiera estas aseguren unos resultados electorales satisfactorios para el inaugurante.
4.- Algunos datos: dinero, más dinero
– En un principio 1700, luego 3.000, de inmediato 3.900 y 4.250, …. hasta los actuales 4.550 millones de eruos a los que sumar entre un 18 y 30% de desvío presupuestario tipo (pongamos que un 25%) a los que añadir los costes de mantenimiento más la repercusión financiera a 35 años de todo ello……. son cifras que aproximan la cifra de inversión real a los 15.000 millones de euros o, lo que es lo mismo ¡dos billones – con bé – de las antiguas pesetas! Que supone un “desembolso” de 2 millones de pesetas por familia durante dicho periodo de tiempo.
– Con esa cantidad podrían financiarse por ejemplo:
o 20.000 viviendas de protección oficial
o 100 polideportivos
o 100 bibliotecas públicas
o 40 centros culturales
o 100 escuelas infantiles, etc …….
y la ejecución de las obras de reforma en los márgenes del Manzanares
5.- El futuro: zanjas, más zanjas
De llevarse a cabo las actuaciones previstas en la M-30 (Avda. de la Ilustración, Calle Embajadores, entornos de los distintos nudos, riberas del Manzanares, etc…) se simultanearán con las obras ya iniciadas o previstas de los intercambiadores de Atocha, Alonso Martínez, Plaza de Castilla, tunelación de O’Donell a las que habría que añadir – de darse el desgraciado caso – las de la Operación Chamartín, la remodelación del Eje Prado-Recoletos, el Madrid Olímpico y obras varias de menor calado, ….. si el periodo de Manzano acabó con la paciencia de los madrileños y motivó que un conocido personaje comentara si Madrid era una ciudad en guerra, imaginemos todo lo que supondría lo más arriba descrito ¡Mejor largarse!
Cuando Ruiz Gallardón accede a la alcaldía, Álvarez del Manzano – en el transcurso de su dilatado mandato – ya había redactado y aprobado el Plan General de Ordenación Urbana, ejecutado las obras de la Plaza de Oriente, acometido los concursos y proyectos del eje Prado-Recoletos, Operación Chamartín, Torres de la Ciudad Deportiva, diseñado (?) el Madrid olímpico y colmatado el suelo urbano en el ámbito municipal a través de los PAU’s. Poco quedaba, así, de los espacios “estructurantes madrileños” sin comprometer si se exceptúa el deteriorado curso del Manzanares convertido por arte de las últimas elecciones municipales en el auténtico “proyecto estrella” de los equipos contendientes.
2.- La actualidad: deprisa, más deprisa
Ha transcurrido ya un año desde la toma de posesión del actual equipo Popular y apenas se ha notado el desembarco: las aparentes mejoras en el tráfico y aparcamiento en el centro (fruto, por cierto, de la instalación de la red de parquímetros de pago emprendida por el anterior equipo), la estrambótica decisión de trasladar el despacho presidencial al Palacio de Correos y Telecomunicaciones, el contestado proyecto de reforma del Rastro y la obtención de la cesión de la M-30 por parte del Ministerio de Fomento …. constituyen los escasos frutos percibibles por la ciudadanía que quizá expliquen – aunque solo en parte – las desmesuradas prisas por acometer una reforma de la M-30 sin apenas estudios técnicos de apoyo (tráfico, contaminación, hidrología, yacimientos arqueológicos, ….), con premeditada ocultación de los proyectos encargados, con patente rechazo a la participación de la oposición municipal y la sociedad civil madrileña (instituciones, asociaciones vecinales, colegios profesionales, ….) y sin la búsqueda de un consenso harto necesario en una obra de tan enorme importancia para el presente y el futuro de Madrid y de los madrileños.
Prisas que, además, explican esperpentos intelectuales tales como considerar la M-30 como calle urbana en contradicción con los propios objetivos de la cesión ministerial y – lo que es más significativo – con cualquier lógica o sentido común, a fin de a evitar el precepto legal de elaborar un estudio de impacto ambiental que al día de hoy retrasaría el comienzo – y final – de la ejecución de las obras. Lástima (?) para nuestro alcalde – que el reciente cambio de signo político en la dirección de la Confederación Hidrográfica del Tajo y el “abrazo del oso” de su correligionaria presidenta de la CAM no contribuyan precisamente a solucionar dicho empeño.
Prisas, por último, que razonadas desde el compromiso electoral de ejecutar en la primera legislatura las obras se contradicen con los comportamientos democráticos de transparencia y participación que, queremos suponer, se encuentran, asimismo, recogidos en el programa electoral del señor alcalde.
3.- El objetivo: coches, más coches
Pero en el proyecto de D. Alberto para la M-30 lo que en el fondo se plantea – al margen de la soterración o enterramiento de la misma en el curso del Manzanares que más adelante comentaremos – es la continuidad de un modelo de ciudad ya periclitado tendente a perpetuar la tiranía automovilística, a introducir más vehículos donde ya no caben, a enterrarlos en el subsuelo como si su ocultación a la vista supusiera su no existencia…. y a aplazar el previsible colapso circulatorio provocado por los crecimientos residenciales y terciarios del norte y la periferia oeste que el modelo urbano popular ha puesto en marcha en una ciudad cuya capacidad automovilística ya agotada camina – la ampliación supondría como consecuencia del efecto “llamada” un incremento de vehículos cercano al 25% en la M-30 – esta vez si deprisa, deprisa hacia la inmovilidad más absoluta. Un modelo urbano a la americana que desde 1995 ha triplicado (de 500 a 1500) la red de autopistas-autovías en el ámbito de la CAM, cada vez más alejado de los imperantes en la vieja Europa – léase peaje londinense por ejemplo – un modelo, en suma, “sin complejos” Las “mejoras” en la M-30 consistentes en rediseñar las conexiones con el viario de la almendra y habilitar sendos by-pass en las zonas norte y sur de la ciudad respectivamente entendidas como ampliaciones de los tentáculos de acuerdos en los nudos del viario y el enterramiento de desarrollos continuos de hasta siete kilómetros (¡Alqaeda nos coja confesados!) no constituyen sino costosísimos parches para el beneficio de determinados grupos económicos que, cada vez más dependientes del creciente mantenimiento de este insostenible modelo urbano se alimentan vorazmente del mismo y que – quizás – alentaron o estuvieron tras el último “coup d’etat” electoral autonómico.
El alcalde presenta la operación – que afecta en su desarrollo al conjunto de la metrópoli – como una deuda con el sur de la ciudad, como una operación tendente a reequilibrar las actuaciones urbanas hasta hoy preferentemente localizadas en el norte de la ciudad. Cabe la duda de que el mantenimiento del impacto del puente en superficie de Vallecas, la prolongación –porque ahora termina “no se sabe como” – de Embajadores y la ampliación del nudo Sur contribuyan a cualquier tipo de reequilibrio pero de lo que, sin embargo, si cabe la sospecha razonable es de que el mediodía madrileño no prefiriera comenzar con reequilibrios aun pendientes de carácter dotacional, de equipamiento urbano, de aumento de un parque de viviendas asequible para una población más joven y de más bajo poder adquisitivo que la del norte de la ciudad, y que una vez logrado estos – o incluso en paralelo – se acometiera el más modesto empeño de mejorar el por todos reconocidos deteriorado cauce del Manzanares, a través de una actuación tendente a convertirlo en un eje ajardinado libre del intenso tráfico actual, en un espacio de conexión entre los tejidos urbanos de sus bordes aún a costa -¿por qué no? – de la soterración del tráfico rodado y no en el guiño amable de una operación mas procelosa, en la anécdota a decorar en su superficie por sensibles, modernos e internacionales equipos de arquitectos siempre dispuestos – de la mano de su propio colegio profesional – a recoger las migajas del banal ejercicio compositivo de una alfombra y a asegurar desde la ausencia de cualquier compromiso ético, el mero resultado estético abdicando de sus recientes logros históricos y contribuyendo a afianzar el ya previsible futuro profesional de meros decoradores de ocasionales despropósitos.
Álvarez del Manzano – otros vendrán que bueno te harán – convocó un primer concurso “tunelado” y para el paseo del Prado y apenas se presentaron equipos profesionales competentes viéndose obligado a convocar un segundo concurso totalmente abierto en el que – ya si – los equipos profesionales pudieron proponer con libertad y criterio sus propios enfoques, acentos y alternativas …… y el anterior alcalde pudo inaugurar una magna exposición y hermosísima maqueta que fue visitada y al parecer aprobada por numerosos madrileños ….. pero a veces con esto no basta y el Sr. Manzano fue defenestrado por otro correligionario suyo de mayor fuste político y mediático. D. Alberto ha aprendido la lección y quizás piense que una maqueta – aun consensuada y resultado de un proceso de diseño participativo y riguroso –no es suficiente y que hay que inaugurar al menos algunas cuantas “traviesas” aunque según parece ni tan siquiera estas aseguren unos resultados electorales satisfactorios para el inaugurante.
4.- Algunos datos: dinero, más dinero
– En un principio 1700, luego 3.000, de inmediato 3.900 y 4.250, …. hasta los actuales 4.550 millones de eruos a los que sumar entre un 18 y 30% de desvío presupuestario tipo (pongamos que un 25%) a los que añadir los costes de mantenimiento más la repercusión financiera a 35 años de todo ello……. son cifras que aproximan la cifra de inversión real a los 15.000 millones de euros o, lo que es lo mismo ¡dos billones – con bé – de las antiguas pesetas! Que supone un “desembolso” de 2 millones de pesetas por familia durante dicho periodo de tiempo.
– Con esa cantidad podrían financiarse por ejemplo:
o 20.000 viviendas de protección oficial
o 100 polideportivos
o 100 bibliotecas públicas
o 40 centros culturales
o 100 escuelas infantiles, etc …….
y la ejecución de las obras de reforma en los márgenes del Manzanares
5.- El futuro: zanjas, más zanjas
De llevarse a cabo las actuaciones previstas en la M-30 (Avda. de la Ilustración, Calle Embajadores, entornos de los distintos nudos, riberas del Manzanares, etc…) se simultanearán con las obras ya iniciadas o previstas de los intercambiadores de Atocha, Alonso Martínez, Plaza de Castilla, tunelación de O’Donell a las que habría que añadir – de darse el desgraciado caso – las de la Operación Chamartín, la remodelación del Eje Prado-Recoletos, el Madrid Olímpico y obras varias de menor calado, ….. si el periodo de Manzano acabó con la paciencia de los madrileños y motivó que un conocido personaje comentara si Madrid era una ciudad en guerra, imaginemos todo lo que supondría lo más arriba descrito ¡Mejor largarse!
Javier Alau es vocal de la Junta Directiva del Club de Debates Urbanos.