Eurovegas: la no ciudad
Eduardo Mangada
La propuesta del señor Adelson para implantar en Madrid un gran centro “lúdico”, básicamente juego y prostitución, con adornos florales para engaño de ingenuos o aprovechados, solo merece la condena por grosera e inmoral, tanto por su contenido como por las formas en que este promotor-especulador, investigado por varios delitos en Estados Unidos y Macao, ha ido desgranando sus propuestas confusas e inciertas, junto con la prepotencia o descaro en la solicitud de un trato preferente y exclusivo y el relajamiento, cuando no la anulación o cambio drástico de las normas legales que regulan la actividad inmobiliaria, las relaciones laborales, la inmigración o la salud. Pretensión insultante para un país que se define como un Estado de derecho pero que, no obstante, ha sido recibida con una sonrisa servil por la Presidenta de la Comunidad, para vergüenza de todos los ciudadanos de Madrid y de más allá.
Formulada esta clara y contundente descalificación jurídica, política y moral del proyecto Eurovegas, es obligada una descalificación, con igual radicalidad, desde el punto de vista urbanístico, desde una razonable y obligada política territorial.
La elección de su localización en cualquiera de los lugares sobre los que ha revoloteado el señor Adelson se ha dejado a su caprichosa e interesada decisión, en una irresponsable dejación del Gobierno regional, ajena a cualquier modelo territorial propuesto por los responsables políticos de la CAM y los ayuntamientos afectados. Hoy parece que es Alcorcón el agraciado con el premio y el honor de albergar Eurovegas. Elección que responde, sin duda, a la egoísta apetencia del mayor lucro posible del promotor, con la menor inversión de la sociedad Las Vegas Sands, externalizando la mayor parte de los costos de localización (accesos, transporte, infraestructuras de servicios, etc.) que recaerán sobre las arcas públicas de los gobiernos municipales, autonómicos y, al parecer, también estatales. Es decir, sobre los impuestos que pagamos los españoles.
Esta forma de elección del lugar de asentamiento de esta gran promoción inmobiliaria, sea cual sea el nombre con que se adorne, supone un atentado a un principio irrenunciable de una política urbanística solvente, cual es la obligación de aprovechar la oportunidad que ofrecen los vacíos territoriales, especialmente los comprendidos en el área metropolitana más densa, para completar, mejorar y revitalizar la estructura urbana de nuestra región, construyendo un territorio urbano polinuclear. En el caso de Eurovegas, la oportunidad se ha convertido en vulgar oportunismo al servicio de unos intereses particulares, que conlleva, ineludiblemente, un empobrecimiento de nuestras alternativas futuras para el desarrollo regional.
En el caso, como el presente, en el que la localización no esté prevista en ningún planeamiento de ámbito regional o municipal, y surja de un caprichoso accidente, debe exigirse que el promotor realice y someta a debate público un estudio de impacto territorial, en cuanto a su incidencia medioambiental, en la coherencia con las infraestructuras existentes o proyectadas, su incidencia en la economía regional, con un análisis coste-beneficio, en el que se cuantifiquen tanto las inversiones empresariales como las públicas. ¿Alguien, tras un minuto de reflexión, puede creer que Eurovegas va a crear 164.000 mil empleos, cuando el conjunto del imperio de Adelson cuenta con solo unos 36.000, muchos de ellos con contratos basura?
Las nuevas promociones inmobiliarias que se proyecten y realicen en la CAM, sobre todo con la magnitud de Eurovegas, deben responder a las demandas reales o las necesidades y apetencias de sus ciudadanos, y no a imposiciones exógenas, guiadas únicamente por su rentabilidad empresarial. Cuando esto último es lo que prima, dichas promociones inmobiliarias vienen a “servirse de la ciudad” y no a “servir a la ciudad”. Más que una explotación racional y respetuosa del territorio metropolitano, constituye una intolerable y empobrecedora expoliación, propia de una práctica colonialista.
Una condición para que operaciones inmobiliarias de esta magnitud se conviertan en nuevas piezas enriquecedoras del tejido urbano ya consolidado es que alberguen una diversidad propia de la ciudad (residencia, comercio, equipamientos, parques…y algún prostíbulo). Nunca puede reducirse a un espacio destinado al monocultivo de una sola actividad o la preponderancia de un uso dominante. La mezcla, la hibridación, es la cualidad propia de la ciudad. Como afirma Manuel de Solà-Morales, la “mixity” más que la “density” es la condición primera de una ciudad contemporánea.
Los nuevos desarrollos urbanos de esta magnitud deben ser abiertos y estar conectados con el resto de la estructura urbana regional, para difundir sus pretendidos efectos enriquecedores e innovadores y nunca pueden convertirse en un gueto cerrado y defendido por alambradas y guardias de seguridad. Cuando esto ocurre, al configurarse los nuevos desarrollos como una proliferación de guetos cerrados, estamos retrotrayéndonos a una estructura medieval, como denunciaba hace años Umberto Eco al calificar esta proliferación de “ciudadelas” como la configuración y funcionamiento de una geografía feudal, como un salpicado de enclaves propiedad de un solo señor, con murallas y ejército propios.Eurovegas, además de un insulto grosero, no solo a Madrid sino al conjunto de los españoles, es un claro ejemplo de lo que me atrevo a calificar como una NO CIUDAD.
Solo queda preguntarse por qué el señor Adelson ha elegido Madrid como cabeza de puente para su desembarco en Europa. Cabe aventurar, con certera intuición semejante a declarada por nuestra Presidenta, que ha sido debido a que en esta región ha encontrado poca resistencia y la complacencia del propio Gobierno regional, dispuesto a relajar normas y procedimientos para facilitar el asentamiento de este bien providencial.
Eduardo Mangada. 13 septiembre 2012.
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