Bernardo Secchi, un urbanista distinguido contra la distinción espacial
Bernardo Secchi ha fallecido en septiembre de 2014, justo un año después de la publicación de su libro «La città dei ricchi e la cittá dei poveri» (Ed. Laterza, 2013; actualmente el Club de Debates Urbanos prepara la edición en español junto con Ediciones La Catarata). Vino a presentarlo a Madrid en junio de este año, y nos dio la oportunidad a un grupo de amigos, de comer con él, lo cual aprovechamos para hablar extensamente sobre este libro, los anteriores y su trayectoria académica y profesional muy vinculada a Madrid. En efecto en los años 1980 fue asesor del Plan General de Madrid aprobado en 1985, dirigido por Eduardo Mangada y Eduardo Leira, y desde entonces ha sido un habitual del urbanismo español por el que mostraba un gran interés.
Su pensamiento crítico le llevaba a plantear soluciones enormemente inteligentes y prácticas, no muy usuales en un país como Italia donde la madeja de normas, planes y contra- planes, y con una Administración muy compleja, no facilita esta trayectoria. Su libro, Prima lezione di urbanística. Ed. Laterza, 2000, es una verdadera lección que aprendimos
para entender el urbanismo que había dejado de ser hace tiempo una cuestión de Estado para convertirse en una continua negociación con los entes privados: «La ciudad contemporánea con su carácter inestable y perenne- mente inacabado, pide un cambio (…) la duda, la exploración, la experimentación; necesita proyectos mucho más abiertos y dispositivos más articulados y estratificados (…). Antes de traducirse en prescripciones, antes de sujetarse a un plan, el proyecto de la ciudad debe constituirse como una carta en la que se recoja un acuerdo entre la Administración y los ciudadanos». La flexibilidad y la estrategia son los modos de organizar y coordinar en el tiempo a un conjunto de autores autónomos, que junto a los escenarios parcia- les entendidos como proyectos posibles que convienen a los actores actuales, son lanza- dos como hipótesis condicionadas a que ocurran determinados hechos. Es decir la clave que nos proporciona este libro, con todos sus matices e instrumentos que la acompañan, es la búsqueda de lo probable como método heurístico frente a la rigidez y el programa como anticipación del futuro.
Su último libro, citado más arriba, sostiene una tesis original: el distinguirse de los demás no es una consecuencia de otros objetivos como el dinero o el poder, sino una causa que genera diferencias materiales, sociales y económicas. Entre ellas y de las más visibles es su traducción espacial en las ciudades y el territorio. Frente a los que piensan que la desigualdad social de las ciudades sólo se combate con políticas económicas y sociales, Secchi sostiene que «la urbanística tiene una fuerte y precisa responsabilidad en el agravamiento de las desigualdades, y que el proyecto de la ciudad debe ser uno de los puntos de partida de toda política que tienda a su eliminación o a combatirla». El breve libro que ahora comentamos es en realidad la conclusión de sus anteriores «Il recontó urbanístico» 1984, «Prima lezione di urbanística», 2000, y «La città del ventesimo secolo«, 2005, dentro de una gran coherencia intelectual y ética. Incluso como madrileños podemos añadir que su participación debió ser definitiva para alcanzar uno de los objetivos básicos del Plan General de 1985 como fue el reequilibrio de una ciudad claramente distinta entre el norte rico y el sur pobre.
El texto explica el significado profundo de los términos principales de la tesis de Secchi; además evidentemente del significado de rico y pobre superando la obviedad de su uso vulgar, los de distinción, exclusión, separación espacial, tolerancia, tradición, y también términos hoy frecuentemente utilizados de maneras diversa como ghetto o gate community. Para ello pone ejemplos concretos de ciudades o territorio en los que él ha investigado.
El libro también es rico porque se trata de una reflexión personal que trata de explicarse y explicarnos los motivos que han llevado a la situación de la distinción espacial. Entre ellos destaco, por su contundencia, el miedo ancestral al otro y su geografía consecuente, «El miedo desarrolla la intolerancia, rompe la solidaridad y disgrega la sociedad, sustituye la ciudadanía y la virtud cívica». Estamos siendo testigos de la paulatina pérdida del Welfare state, o estado de bienestar, como una acción común, para ser sustituido por la Good Life, o buena vida, basada en el individualismo y el consumo. Es la consecuencia de la corriente económica neoliberal que conduce a los grupos cerrados o en su caso al familiarismo arraigado. Parece que el teórico ahorro energético basado en la tecnología, colma las viejas metas de la solidaridad, la vida en comunidad y la austeridad. Estamos en una época en la que la racionalidad se considera un valor lastrante frente a la emotividad y los sentimientos o mejor sentimentalismos. Es muy interesante las diferencias que marca entre el urbanismo Norteamericano y el Europeo cuando describe sus respectivas trayectorias, especialmente durante el S XX. La tradición europea ha intentado reducir la desigualdades dando a la vivienda y a los equipamientos un objetivo de redistribución de la riqueza junto con otras medidas espaciales, jurídicas e institucionales, en una constante búsqueda de «comment vivre ensemble» en el espacio cotidiano, al que se le ha dedicado una particular atención. Frente a ello nos va inundando en los últimos años, una idea, siempre mantenida al otro lado del Atlántico de que «…el crecimiento y el desarrollo se extienden en el tiempo como una mancha de aceite, impregnando las diversas regiones, los diversos grupos sociales e individuos, y asegurando siempre similar nivel de bienestar…», lo cual Secchi des- monta razonadamente.
Afortunadamente que existen libros como el de Bernardo Secchi que defienden una forma de pensar que puede conducir, por el conocimiento, a un futuro mejor. Aprovecho este recordatorio para devolverle el simpático comentario que me hizo durante la comida de junio, sobre mi parecido físico a Ítalo Calvino al que encontraba frecuentemente en el barrio de Milán donde vivían ambos; pues bien él me recuerda en su pensamiento universal, su sentido de la justicia social, su tolerancia, su claridad y amenidad para expresarlo, al famoso escritor Stefan Zweig, austriaco, autor del libro «El mundo de ayer», en defensa de la cultura europea, que no cejó de exponer sus ideas a pesar de la persecución irracional que sufrió por el nazismo. La frase que acompaño, que tuvo lugar en un contexto muy diferente, sin embargo expresa una idea que quizá pudo compartir Bernardo Secchi.
«Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie, una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro, y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra.» Stefan Zweig
Luis Moya