Dos acciones que el Ayuntamiento de Madrid lleva estos días a cabo: por un lado, los trámites ante la UNESCO para que el Paseo del Prado sea declarado Patrimonio de la Humanidad; por otro, la tala masiva de arbolado (¿por qué en estos días de Semana Santa?) en el mismo Salón del Prado.
Uno de los valores patrimoniales, declarado BIC, que le quedan a ese eje histórico del Prado y la Castellana es su arbolado. Pero desde este Lunes Santo ese valor ha sufrido una merma irreversible.
¿Un dendricidio? Se aducirá que no, que los árboles estaban enfermos. No entraremos en ello (al menos aquí). Pero, en cualquier caso, ¿se está actuando como es obligado hacer en un BIC, máxime cuando se quiere elevar a Patrimonio de la Humanidad? Preguntas al caso: ¿Se ha actuado por fases bien estudiadas para que la incidencia de la campaña no afecte de manera tan radical al paisaje urbano protegido? ¿Se está procediendo a la debida reposición del arbolado, eliminando los tocones de los anteriores? ¿El uso de maquinaria pesada, invadiendo las zonas ajardinadas, ha sido el correcto para ese espacio histórico? ¿Adecuada información pública?
La simultaneidad de estas dos acciones –contradictorias entre sí- plantea una reflexión. No tanto porque pueda servir de algo a los responsables municipales (que, a fin de cuentas, se refugiarán en que corresponden a departamentos distintos); más bien, por si los responsables políticos que se presentan a las próximas elecciones municipales, particularmente las nuevas formaciones, tienen algo que decir sobre ello. A muchos ciudadanos sí les interesaría saber su opinión. Y, por otro lado, a la UNESCO también le interesa saber con qué sentido patrimonial se está tratando un bien que se pretende elevar a la máxima declaración (y, por tanto, no lo olvidemos, al máximo nivel de protección).
Javier García-Gutiérrez Mosteiro
arquitecto