Varoufakis ha vuelto para alborozo de las numerosas fans (y en este caso el uso del género femenino no debe ser tomado como un signo de la nueva corrección lingüística sino literalmente) con su chaqueta de cuero y su moto.
En un texto un tanto cargado de ego (¿y quién no lo tiene, o desea tenerlo?): Adults in the room (no me gusta mucho la traducción de la edición española, Comportarse como adultos, que quita fuerza al título basado en la famosa frase de Lagarde).
Es un libro recomendable. No sólo por lo que se puede esperar del economista, un brillante análisis de la situación económica (y del euro) sino por el funcionamiento en la sombra de esas instituciones (Europa) que pensamos ‘nuestras’ y el comportamiento de sus dirigentes y que hacen dudar de quién es más merecedor de la ironía de Lagarde.
Pero, como el título indica, además de recomendar este texto quisiera hacer una atrevida analogía entre Tsipras y Carmena y entre Varoufakis y Mato (a ver si ello aumenta el glamour del segundo).
Lo peor de una regla no es tanto su injusticia sino la arbitrariedad de su aplicación
Como todo el mundo sabe- salvo al parecer El País- la regla de gasto impuesta por Montoro excedía las normas impuestas por Europa y se ha aplicado de manera arbitraria en diversas situaciones hasta el punto que la Comisión estaba más de acuerdo con la posición de Mato sobre el asunto –eso sí de forma privada- que con Montoro.
Varoufakis señala lo que también todo analista inteligente entendió en su momento: el asunto no era buscar una salida económica más o menos razonable, sino castigar a Grecia (y Guindos en concreto castigar a Podemos). Como Montoro con el gobierno de la ciudad de Madrid.
Una partida de póquer.
Como señala Varoufakis “en el póquer si tienes malas cartas solo tienes una posibilidad de ganar si tu farol es creíble y lo mantienes hasta el final”. Lo cual requiere una estrategia común clara y sostenida, todo lo contrario a lo que ha hecho nuestra alcaldesa (o lo que hizo Tsipras).
Hace muchos años un amigo sindicalista del norte me dijo: “lo más difícil en una negociación es saber cuándo dar un manotazo en la mesa y levantarse”. Y el que se levanta sabe que los demás, sus compañeros, se van a levantar sin dudarlo, mostrando la fuerza del colectivo (a veces un farol).
Varoufakis recuerda el momento del referéndum en Grecia contra las imposiciones de la Troika y el enorme éxito cosechado (que las malas lenguas dicen que Tsipras no se esperaba). Este ayuntamiento tenía un mandato similar (¿recuerdan la auditoría de la deuda?) pero la forma en que todo este proceso se ha desarrollado ha sido nefasta. No se respondió a las amenazas de Montoro; no hubo una declaración pública de la alcaldesa rodeada de sus concejales recordando el mandato.. ¿Por qué no se convocó a una manifestación popular que, como en su momento las mareas, expresara ese rechazo a una imposición tan dañina para nuestros barrios?. No se supo o no se quiso hacer el esfuerzo
Por no hablar de la negociación. Acudir a negociar en solitario con Montoro, como hizo la alcaldesa, fue todo un síntoma de división en la posición del ayuntamiento: por un lado la alcaldesa, por otro su responsable de Hacienda, al otro lado sólo Montoro, feliz. Todo ha parecido improvisado, timorato, un farol inconsistente. Y al igual que Tsipras- volviéndose atrás en el último momento con Varoufakis en USA- forzó una deplorable rendición (como la de Varoufakis en Grecia) cuyo coste político todavía está por ver (por ejemplo en los presupuestos).
Hay más responsables claro. El desapego ciudadano ante este desafío (¿dónde estaba la Federación?); la resignación, cuando no el cultivo de la ignorancia colectiva: “no hay alternativa”, “son cuestiones técnicas…”
¿Ignorancia? ¿Cobardía? Quizás algún día Mato- por ahora muy discreto y contenido en sus declaraciones- pueda realizar un análisis de lo ocurrido similar al del griego… seguramente con una pizca menos de ego.