En los últimos tiempos estamos siendo testigos del auge de nuevas formas de entender, pensar y transformar nuestras ciudades: prácticas emergentes que comienzan a resquebrajar los límites del urbanismo ortodoxo, planteando alternativas a los tradicionales mecanismos de intervención urbana. De esta manera, se está conformando una cartografía de experiencias, muchas veces surgidas desde la base social (procesos bottom-up), con un fuerte acento en la cultura libre, la ecología y la colaboración. Un ecosistema complejo y heterogéneo que rehúye de clasificaciones estáticas, pero que tienen en la innovación y el compromiso social sus principales señas de identidad; abarcando desde intervenciones efímeras en el espacio público, hasta redes huertos urbanos, pasando por solares o edificios autogestionados.
Paralelamente, al calor de esta efervescencia de iniciativas, ha comenzado a constituirse
un importante corpus teórico que nos advierte de su potencial para definir las bases de un nuevo urbanismo. Así, plataformas cómo
#SmartctizensCC o
Mapunto!, proyectos de investigación como
Polurb 2015, colectivos como el
Vivero de Iniciativas Ciudadanas, investigadores como
Alberto Corsin y Adolfo Estalella, han reflexionado y reflejado profusamente la importancia y diversidad estas prácticas emergentes. Incluso la prestigiosa revista
Papers le dedicaba un número completo a este fenómeno (
Discursos emergentes para un nuevo urbanismo). No obstante, a pesar de toda esta exaltación sobre su poder para revolucionar el urbanismo,
todavía está por ver si estos «nuevos activismos urbanos» son capaces de consolidar un cambio efectivo en las estructuras y sistemas de planificación urbana y territorial.
Desde luego, no hay desestimar el potencial de este tipo de prácticas para penetrar en el espectro político institucional, pero el camino hasta su consolidación no está exento de dudas y peligros. Precisamente, el sociólogo urbano Andrés Walliser en un artículo dedicado a este tema, se cuestionaba acerca de cómo la Administración Pública se podía aprovechar de la buena voluntad de este tipo de iniciativas para hacer dejación de sus funciones para garantizar el bienestar social. Es decir, ¿de qué manera las prácticas emergentes son utilizadas o controladas por el poder político para resolver problemas sin tener que invertir en ellas? Este debate por ejemplo, ha sido una constante en procesos como el Plan Buits de Barcelona.
Pasar de las tácticas a las estrategias
Otro de los desafíos que afrontan estas nuevas maneras de operar en lo urbano es la falta de una visión estratégica de ciudad, ya que en la mayoría de los casos operan en una escala muy reducida (solar, edificio, plaza, barrio) y sin llegar a transcender lo que podríamos denominar como «táctica urbana». Desde luego, las propuestas de microurbanismo o urbanismo táctico tienen un gran valor social y nos permiten repensar la propia definición de la disciplina, pero cabe preguntarse cuál es su grado de incidencia en desarrollo urbano de una ciudad como por ejemplo, Madrid, en la que las grandes operaciones urbanísticas se siguen desarrollando a espaldas de la ciudadanía (soterramiento de la M-30, Canalejas, Campamento, Mahou-Calderón, etc.).
Este debate sobre cómo transgredir la esfera de lo táctico para instalarse o combinarse con una visión-estrategia global de ciudad es clave. Así lo reflejaba
David Harvey en una entrevista al declarar que
«no hay nada malo en tener un huerto comunitario, pero debemos preocuparnos de los comunes a gran escala». Sin embargo, este es una discusión sobre el que apenas se ha profundizado. Tal vez el
encuentro sobre «urbanismo emancipador» que tuvo lugar hace unos meses en
La Ciutat Invisible de Sants (Barcelona), haya sido una de las pocas ocasiones en las que se ha podido discutir sobre esta cuestión de manera explícita.
Institucionalización de las prácticas
Si hay una idea común que subyace bajo las distintas reflexiones y referencias que se han presentado más arriba es la de la institucionalización de las prácticas emergentes: si realmente queremos consolidar un nuevo urbanismo tendremos que lograr que todas esas prácticas puedan desplazar las actuales prácticas que rigen las instituciones y los espacios de decisión. No somos ajenos al recurrente debate entre institución y movimiento, pero consideramos que constituir una nueva profesión y dignificar en torno al nuevo urbanismo es una buena manera de consolidar el necesario cambio de paradigma urbano. Y eso pasa en gran medida por viabilizar, dignificar y hacer sostenibles nuestras prácticas como forma de vida, lo que en última instancia conduce a su institucionalización.
Aunque la palabra institucionalizar sea una palabra fea, con ella se quiere expresar la idea de dotar de una entidad y un marco a las prácticas. El término hace referencia a dotar de instrumentos legales a este tipo de prácticas para que tengan capacidad de transformación real y puedan cristalizarse alternativas eficaces.
De lo contrario se corre el peligro de ser cautivos de la voluntad política de turno de las propias instituciones, las cuales que puede favorecer o no el desarrollo de las prácticas, pero que no las reconocen como sujeto de transformación urbana ni admiten su protagonismo en la dinamización social.
Institucionalizar supone superar la esfera de experimentos aislados, de lo táctico. Institucionalizar implica desbordar los mecanismos por los que los poderes políticos establecen los límites de incidencia de las iniciativas y se apropia los éxitos logrados por ellas, mientras con la otra mano firma las decisiones que alteran la configuración de la ciudad desde una óptica neoliberal.
Durante
la sesión de #DebatesUrbanos del próximo 18 de mayoorganizada por el Club de Debates Urbanos (
Madrid, cara B. Un diálogo abierto con prácticas emergentes)
reflexionaremos sobre estos temas a través de una conversación colectiva con representantes de prácticas emergentes de Madrid, profesionales del urbanismo y técnicos municipales del Ayuntamiento de la capital (acudirán a título individual).
¡Os esperamos!
Madrid, cara B: respuestas al modelo neoliberal de ciudad
Y después de las presentaciones: diálogo abierto con las prácticas, espacios, colectivos y procesos emergentes de Madrid
Modera: Jon Aguirre Such, Club de Debates Urbanos
Fecha: Lunes 18 de mayo a las 19.30
Lugar: Sala Ramón Gómez de la Serna. Círculo de Bellas Artes (Marqués de Casa Riera 2, Madrid)
Créditos de las imágenes:
Imagen 1: Proyecto de PPS para Times Square (fuente: http://miblogota.com/)
Imagen 2: Intervención de urbanismo táctico en Atlanta (fuente: http://www.atlantastreetsalive.com/)
Imagen 3: Bottom-up vs Top-down (fuente: http://www.smarturbanism.org.uk/)