La crisis del coronavirus se ha producido en un escenario ya dañado por la crisis de financiero-inmobiliaria de 2008. La pandemia ha reflejado dramáticamente las secuelas de los recortes en el estado de bienestar, especialmente en el sector de la sanidad pública y los servicios sociales, pero el impacto socioeconómico que tendrá esta epidemia puede agravar aún más esta situación en ausencia de políticas orientadas a la igualdad y la sostenibilidad.
No existen por ahora estimaciones disponibles fiables sobre el impacto que esta crisis tendrá a medio plazo sobre el empleo y las condiciones de vida de los trabajadores y menos aún sobre la ciudad y sus distintos y desiguales barrios, pero no es arriesgado pensar que tendrá consecuencias muy negativas en las zonas de menor renta, con más población inmigrante, con empleos precarios y poco cualificados (como de hecho sucedió con la crisis de 2008) amenazando con reforzar una situación de desigualdad socioespacial que ya era preocupante y en algunos barrios crítica.
Esta situación requerirá de la toma de decisiones urgentes por parte de todas las administraciones públicas, Gobierno Central, Comunidad y Ayuntamiento, en términos de refuerzo del estado del bienestar, empezando por la sanidad pública, de apoyo masivo a los hogares y los territorios más frágiles, de reforzamiento de la enseñanza básica y la formación profesional, de acceso a la vivienda, y de revitalización de la actividad económica.
Pero planteará también con mayor crudeza los rasgos insostenibles del actual modelo socioeconómico, revelando la imposible vuelta a una normalidad que no era tal.
Probablemente será necesario que las administraciones, garantes de último recurso del empleo y del Estado del Bienestar impulsen un plan de choque para la ciudad, y en especial para los distritos más desfavorecidos, apoyado por fuertes inversiones públicas y orientado a un modelo diferente de vivir y producir
Deben revisarse radicalmente los objetivos y actuaciones de la estrategia y la gobernanza urbana, al servicio de una ciudad más justa, equilibrada y ambientalmente sostenible, reprimiendo las intervenciones que sustentan una máquina de crecimiento de la ciudad irracional y especulativa, como es el caso de Chamartín y otros desarrollos.
Dentro de su campo de actividad, el Club De Debates Urbanos abre un debate sobre estas cuestiones y llama a una mayor implicación de sus socios, colaboradores, y población en general, en la discusión sobre los numerosos desafíos que la ciudad, los ciudadanos, van a enfrentar.