Eduardo Mangada
Un pequeño texto sobre Manuel de Solá-Morales podría reducirse a unas pocas palabras: fue y sigue siendo un maestro. Lo fue en su intensa labor docente y en su trabajo profesional, lo sigue siendo en sus obras y en sus escritos. No por casualidad uno de sus últimos libros se titula Diez lecciones sobre Barcelona.
Su estatura intelectual y ética queda definida cuando confiesa que su trayectoria profesional ha consistido en un constante esfuerzo por entender a las ciudades a través de una mirada devota y aficionada, siendo consciente de que a los arquitectos, incluso a los buenos arquitectos, cuando proyectan, les cuesta entender la ciudad. Porque la ciudad de hoy es más difícil de entender de lo que era cuando los trazados.
Solá-Morales superó las proclamas a la moda, ya fuese la Carta de Atenas o la actual exaltación acrítica de la ciudad densa. Supo entender tanto la ciudad compacta, la ciudad histórica, al tiempo que la periferia, la ciudad discontinua en la que la no repetición y el vacío, la distancia interesante, constituyen también materia y ámbito proyectual. La mixity más que la density pueden caracterizar la urbanidad contemporánea.
La forma de las ciudades se construye siempre, en mayor o menor medida, desde el paisaje y la arquitectura. Su visión de una urbanidad material le lleva a afirmar que las ciudades se hacen con arquitectura, siendo la propia ciudad una arquitectura que se expresa a través de unas relaciones espaciales, dimensionales y materiales. Para terminar exclamando: nada hace tanta ciudad como un buen edificio.
Agradeceré siempre, con profundo cariño, sus enseñanzas y fecunda amistad.
Eduardo Mangada. 9 marzo 2012