Esta primavera nos ha llenado de gozo al contemplar como los árboles de nuestra ciudad, plátanos, acacias, sóforas… que bordean nuestras aceras, se alinean en medianas, llenan parques y configuran nuestros paseos, lucen un porte más robusto y esbelto, un follaje más tupido y unas hojas más verdes y brillantes. Son más hermosos.
No es un milagro. Estos últimos meses (otoño-invierno) ha llovido en abundancia, por encima de la media de años anteriores (al menos en mi memoria) y las arcas municipales están exhaustas y han impedido pagar el coste de las terribles, incultas y casi asesinas podas salvajes a que nos tienen acostumbrados nuestros alcaldes y alcaldesa. En este caso la austeridad, impuesta por la deuda agobiante que arrastra el ayuntamiento de Madrid y la obligada contención del déficit, han supuesto una bendición para nuestros árboles y para los ciudadanos que bajo ellos pasean y se protegen del duro sol estival. Por una vez no podemos hablar de “austericidio” y cabe entender la austeridad como una virtud, aunque la decisión de Ana Botella no haya sido el resultado de un ejercicio moral, sino una resignación impuesta por los desmanes económicos del pasado y las órdenes de Montoro.
Esta gozosa exuberancia ha puesto de relieve la importancia que la masa arbolada, la arquitectura verde de los paseos de Recoletos y el Prado, tiene como un gran monumento, un referente icónico en la definición y el carácter físico y social de nuestra ciudad. Afortunadamente abortó (sin permiso de Ruiz-Gallardón) la “gran operación” que vino en denominarse Eje Recoletos-Prado. Esperamos que los políticos y expertos urbanistas que la impulsaron y conformaron se paseen bajo los plátanos de este paseo y gocen de su potente frescura, para alejar de sus mentes tentaciones pasadas. Estoy seguro que los ciudadanos perdonarán sus pecados originales y aplaudirán su arrepentimiento (y yo les pido su propósito de enmienda).
Si el próximo otoño-invierno llueve menos, incluso nos ataca la “pertinaz sequía” y las arcas municipales vuelven a llenarse con brillantes euros, cabe esperar que la gozosa experiencia de esta primavera sirva de lección a alcaldes y podadores “a la española” para que aprendan a entender cuan importantes son nuestros árboles y traten a cada uno de ellos según su especia y el sitio en que estén enraizados con inteligencia y, sobre todo, con cariño, con mimo.
Y como primera medida, den santa y profunda sepultura al abortado proyecto Recoletos-Prado para impedir que resucite transfigurado. Amén.
Eduardo Mangada. 2 junio 2014