El pasado 9 de marzo se publicó en el diario digital Nueva Tribuna el artículo “Accesibilidad, medio ambiente, nuevas tecnologías: ¿y qué más?” de nuestro socio Javier Mosteiro, que reproducimos a continuación por su interés:
Cambian las corporaciones municipales; cambian sus formas, sus gestos. Pero ellos siguen ahí, como si tal cosa, erguidos e indiferentes a todo, presidiendo el espacio urbano madrileño: ¡helos ahí, los «chirimbolos»!
El hecho de que el cambio de contrato de publicidad urbana coincidiera con el del equipo municipal nos hizo esperar que, por fin, se despejarían nuestras calles de tanto trasto; pero no. Más allá de que se declarara desierto el concurso por el actual Ayuntamiento y de que haya sido la justicia la que haya obligado a adjudicarlo, conviene alguna reflexión.
Los actuales responsables del Ayuntamiento de Madrid explican —según El Mundo (1.3.16)— que el nuevo mobiliario «será 100% accesible, respetuoso con el medio ambiente e innovador por la incorporación de nuevas tecnologías». ¡Estupendo! Los tres lugares comunes —«accesibilidad», «medio ambiente», «nuevas tecnologías»— que, con sólo ser pronunciados, parecen bendecir cuanto tocan. ¿Esto es todo?
Repitamos —¡una vez más!— que lo que hace innobles a esos trastos metidos en nuestras calles no es su «inaccesibilidad», ni su mejor o peor diseño, ni que dejen de aportar «información relevante para los ciudadanos en tiempo real»… ¡No! Lo que hace indigno a ese mobiliario urbano es que, lo mires como lo mires, no es tal: es, lisa y llanamente, publicidad; objetos encaminados a convertir en consumidor al ciudadano. Más breve aún: usurpación del espacio urbano —lo público por antonomasia— para pingüe beneficio privado.
Si resulta que esta corporación municipal no ha podido hacer otra cosa que declarar desierto el concurso y luego —por mandato judicial— adjudicarlo a regañadientes, que lo diga así de claro. Que no intente justificar el «servicio» que tales mamotretos van a hacer a la ciudad por… ¡otros 12 años!
¡Que no preparen el camino para lo sucesivo!
¡Que incluyan en sus programas electorales (como hizo —y cumplió— el ejemplar alcalde de Grenoble) el compromiso de no renovar el contrato de publicidad urbana ad eternum!
¡Que no disfracen el negocio publicitario de «utilidad» al ciudadano, repitiendo los mismos argumentos esgrimidos por el anterior equipo municipal (de cuyas políticas urbanas creíamos habernos liberado…)!