La arquitecta, profesora y escritora inglesa, Carolyn Steel a lo largo de un intenso relato investiga la vida interior de nuestras ciudades y el modo en el que el proceso histórico de producción, distribución, consumo de alimentos y eliminación de residuos es capaz de darles forma y de moldear el campo que las abastece.
En cierto modo en el primer tramo del libro, sin que tenga ninguna conexión directa, se podría establecer una relación de resonancia con los textos de Gordon Childe sobre «El origen de la civilización» o «La evolución social» en los que ese autor reflexiona de modo más amplio y complejo sobre la aceleración y retardación del progreso.
Pero Carolyn Steel, con un conocimiento profundo del proceso de evolución de las ciudades, sobre todo inglesas y americanas, va describiendo de modo muy ameno: la apropiación y destrucción de la naturaleza a lo largo de la historia de la civilización para conseguir alimentarlas; la complejidad y despilfarro en la distribución, comercialización y almacenamiento de productos; o el consumo, muy alejado de las necesidades saludables y reales (de la comida en casa, al restaurante o a los establecimientos de cadena). Tampoco la eliminación de residuos queda libre de culpa al no ser capaz de conseguir una economía circular. (Resulta muy interesante el relato de la historia de los desperdicios).
Analiza en profundidad las distintas utopías urbanas y concluye que nos han enseñado algo y es que no nos podemos quedar en la utopía, y también que las soluciones locales (incluida alguna ecociudad), aunque no despreciables, por si solas no resuelven los problemas de un mundo globalizado y desbordado.
Hay a lo largo de todo el libro un deseo escondido de volver a retomar el «hilo bueno» del pasado pero un convencimiento, a veces explícito, de que el pasado no fue mejor.
Consciente de que todos tenemos que comer piensa que podemos utilizar el alimento de forma colectiva para comprender y relacionar los demás problemas con los que nos enfrentamos, como paso previo para resolverlos.
«La urbanización, el capitalismo, la geopolítica, el pico del petróleo, el calentamiento global…Ante semejante lista de temas ¿por dónde empezamos?. Quizá nos sorprenda descubrir que hay algo que los conecta a todos…de una forma compleja y caótica. Este algo es el alimento.»
Concluye que, a menos que abordemos el tipo de estructuras políticas y socioeconómicas que gobiernan las ciudades, la pregunta sobre qué forma les damos desde el punto de vista ecológico reviste una importancia marginal. En todo caso piensa que puede resultar deprimente la idea de contemplar pasivamente el colapso global de nuestro estilo de vida posindustrial y apuesta por ir dando…de momento, pequeñas respuestas.