Debate: TRANSICIONES ¿Hay salida?

Intervienen:
Cristina Narbona. Economista. Presidenta del PSOE
Alberto Garzón. Economista. Coordinador Federal de IU

Presenta y modera:
Jose María Mella. Catedrático de Economía Aplicada en la UAM.

Fecha: Jueves 15 de marzo a las 19.30h
Lugar: Sala Ramón Gómez de la Serna. Círculo de Bellas Artes. Madrid

Puedes descargar la invitación aquí

A continuación, compartimos un texto de presentación al debate para poner encima de la mesa algunas cuestiones que al CDU nos ocupan y preocupan sobre este tema, elaborado por nuestro socio y miembro de la junta directiva Francisco López Gröh (puedes descargar la versión en PDF aquí):

TRANSICIONES

El informe sobre los Límites del Crecimiento ( The limits to Growth: H. Meadows, L. Meadows, J. Randers, W. Behrens, 1972 New York) puso sobre la mesa el problema del crecimiento en relación con la posibilidad de la vida en la tierra, el problema de la sostenibilidad (con todo el rechazo que pueda suscitar una palabra tan manoseada) y esta idea ha ido asumiendo un protagonismo cada vez mayor en los debates sociales, políticos y económicos.

En gran medida este debate (que debe al movimiento ecologista tanto o más que a reflexiones científicas como la citada) se ha ido materializando en lo que se podría llamar medidas de ajuste o control (de emisiones, de uso de recursos naturales, de mantenimiento de la diversidad, etc.), mientras que la reflexión acerca de la posibilidad y necesidad de una nueva forma de economía (de producir, distribuir, consumir), y de las características que una política económica –de existir- debería tener para ser capaz de llevar hacia delante este nuevo paradigma de desarrollo, ha quedado relativamente postergada.

En este sentido, transición hacía referencia a como ir transformando, más allá de los ritmos y las formas, el sistema producción-intercambio-consumo hacia un modelo que permitiera la continuidad de la vida humana en la tierra.

Sin embargo, hasta el estallido de la crisis financiera de 2007, esta reflexión se desarrolló de forma un tanto al margen del proceso de acumulación capitalista (salvando reflexiones minoritarias) apenas con referencias a la presión que el modelo de acumulación imponía a los recursos naturales.

La crisis financiera internacional acabó con esta separación. El derrumbe de las expectativas sobre las que se asentaba la ilusión de un crecimiento de la renta, del empleo, del bienestar extendido y ampliado, se vino abajo, suscitando –también en este campo- los límites de la acumulación capitalista: crisis del empleo, aumento de la desigualdad, precarización del trabajo, etc. hasta el punto de que hoy somos incapaces de percibir en el horizonte una perspectiva de expansión similar a la de los treinta gloriosos, y todo parece indicar que deberemos habituarnos a un estado de crisis permanente.

A las advertencias sobre los límites del crecimiento se sumaron en consecuencia las de los límites del capital en su impacto sobre las condiciones de vida de amplias capas de la población. Así que la cuestión de la transición se ha vuelto más compleja en las articulaciones que plantea entre ambos campos.

A modo de esbozo podría decirse que en la etapa del crecimiento fantasmagórico de la burbuja financiero-inmobiliaria parecía que el simple acotamiento de los ritmos y las formas de producción y consumo, una cierta frugalidad (al estilo de la preconizada por el discurso de Berlinguer en la convención de intelectuales de 1977) podía ser suficiente y en cierto modo compatible con el proceso de acumulación. La crisis acabó con esa ilusión arrasando con el bienestar de amplias capas de población. El carácter destructivo del sistema económico puso de relieve la otra insostenibilidad. Es más cabe preguntarse si uno de los componentes de la actual crisis del capitalismo estriba en las dificultades (relativas) que encuentra en la explotación de los recursos naturales (de lo que sería un indicador no sólo su coste, sino los procesos de financiarización de los recurso naturales -Sassen).

De forma que una revisión del modelo de desarrollo no debería observar sólo lo que simplificadamente hemos llamado sostenibilidad ambiental sino una profunda revisión de lo que se produce, de los recursos utilizados -incluidos los financieros y la fuerza de trabajo- así como de los destinatarios de aquello que se produce.

¿No resulta paradójico en este sentido que Ámsterdam y Londres, ciudades capitales del modelo de financiarización que ha provocado la reciente crisis y que han sido adalides de la Economía Política de la Austeridad, sean pioneras en implementar la economía circular?

¿No es tan insostenible el endeudamiento ficticio sobre hipotéticos aumentos de valor futuro como la expropiación de bienes naturales a las generaciones futuras?

Pero, hay que ver, somos más capaces de imaginar una sociedad más frugal (en ciertos aspectos al menos) y hasta de crear empáticos modelos de economía circular, de gestión de residuos, de ahorro energético… Pero nos es más difícil imaginar, incluso como transición, otros modelos fuera del mainstream económico. Apenas resistimos.

En ocasiones estas dicotomías adquieren el rasgo de una esquizofrenia, como cuando la UE promueve políticas ambientales sostenibles al tiempo que impone un modelo macroeconómico insostenible. La cuestión es si se puede seguir esperando que las instituciones de gobierno de la UE gestionen este conflicto o es necesario salirse del marco conceptual existente desde los espacios de decisión descentralizados.

Y por fin, en este mundo urbanizado, de ciudades ¿cómo trasladar este doble desafío a los problemas inmediatos y a largo plazo planteados? ¿Qué resistencias y oportunidades brinda la ciudad para desarrollar -siquiera en términos de conflicto- estas estrategias de transformación del modelo económico, ecológico, de transiciones?. Las ciudades no sólo son el nudo de los problemas de sostenibilidad sino que han tenido un papel fundamental en el desencadenamiento de la crisis, y son el lugar privilegiado donde están actuando procesos decisivos de reorganización del modelo de acumulación.

Avanzo una hipótesis: Mientras que hay un amplio repertorio de análisis sobre los efectos de la crisis ecológica (supuesto que éste sea su nombre) en la ciudad, el análisis de los efectos espaciales de la crisis y su impacto en el planeamiento y el diseño urbano está en mantillas, y en consecuencia existe una indefensión teórica y práctica ante los mecanismos reales que actúan sobre la ciudad. ¿Es posible remontar esta carencia?

 

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